En este artículo la economista Ángela Granger, del equipo de Inclusión, describe algunos de los factores estructurales que contribuyen a la baja movilidad social en Colombia, en especial para los más pobres. El círculo vicioso que se configura entre la informalidad laboral de los jefes del hogar y el bajo logro educativo de los hijos, factor que a su vez dificulta su entrada al mercado laboral formal, es el origen de la inercia que impide a las nuevas generaciones avanzar en la escalera social y que les obliga a quedarse atadas a los logros de sus padres. También se proponen tres estrategias para romper este círculo vicioso y favorecer la movilidad social en el país.
Fuente de la imagen: Meisel y Granger, 2019.
Por: Ángela Granger
Hace algún tiempo tenía una conversación con mi jefe de ese momento, una persona a la que, valga decirlo, le guardo profunda admiración, cariño y aprecio. No recuerdo muy bien el hilo de la conversación, si estaba relacionado con algún tema coyuntural o quizás alguno más banal. En todo caso, mi jefe expresaba alguna posición y dijo: “Nosotros, la clase media, terminamos pagando los platos rotos”. Yo entre tímida y jocosamente le dije: “Pero usted no es clase media o será de la clase media del mundo, pero no de Colombia”. Él ocupaba un cargo directivo alto y seguramente estaba en el extremo superior de la distribución de ingresos. Soltó una carcajada con la que reconoció inmediatamente mi punto.
La realidad es que, como afirma Eduardo Lora en su libro Economía Esencial de Colombia, las personas suelen sorprenderse al saber en qué escalón del ingreso se sitúan. Según el autor, si a usted le preguntaran dónde se sitúa su ingreso de una escala del 1 al 100, dónde 1 es el ingreso más bajo y 100 es el más alto, con una alta probabilidad usted escogería un escalón más hacia el centro de lo que verdaderamente le correspondería
Tanto los ricos como los pobres tienden a considerarse más clase media de lo que en realidad son (p .35).
En un país altamente segregado por las clases sociales, como el nuestro, no sorprende que la comprensión de la desigualdad sea incompleta y que la realidad del país se juzgue a través de los espejos retrovisores de cada quien.
En Colombia esta escalera que debería ser dinámica en realidad es bastante estática. El escalón en el que nacen los individuos, según los ingresos de sus padres, determina casi con total certeza el rango de escalones en el que se encontrarán posteriormente los hijos [1]. Esto no quiere decir que como sociedad no hayamos progresado, porque sin lugar a dudas hemos disminuido la pobreza, aumentado la cobertura en educación, incrementado el acceso a salud y se han mejorado considerablemente las condiciones de vida de la población en general. Sin embargo, aunque la escalera se encuentra en un piso más arriba, con mejor vista y mejores condiciones, las personas generalmente conservan su posición relativa por escalón. Para los que están más abajo sigue siendo muy difícil percibir algunas de estas mejoras.
Quiero concentrarme por un momento en los dos cuartiles más bajos de la distribución del ingreso, es decir, en esos hogares que se encuentran del escalón 50 hacia abajo [2]:
- Estos hogares (que representan la mitad de los hogares colombianos) concentran sólo el 14% de los ingresos.
- El 89% de jefes de hogares tiene un empleo informal, es decir, no tienen acceso a las prestaciones de la seguridad social (ni pensión ni riesgos laborales).
- El 73% de las personas se encuentra en condición de pobreza monetaria.
- La mayoría de los adultos en esos hogares sólo finalizó el colegio (87%), algunos tienen educación técnica y tecnológica (8%) y pocos alcanzaron la educación universitaria (5%).
- El 35% de jóvenes entre 15 y 29 años en esos hogares ni estudian ni trabajan.
- El 50% viven en la región Caribe o en el Pacífico, a pesar de que estas regiones representan el 39% de la población.
En estas condiciones ¿Cómo ascienden en la escalera de ingresos?
Un círculo vicioso entre la informalidad y el bajo logro educativo
Dentro de estos hogares de menores ingresos, en los que el jefe tiene un trabajo informal, la inasistencia escolar es 70% más alta y el porcentaje de jóvenes entre 18 y 29 años que no ha finalizado el colegio es el doble que en los hogares con jefe en un trabajo formal.
Fuente de la imagen: Meisel y Granger, 2019.
Los padres con empleo informal y mal remunerado tienen mayores restricciones para invertir recursos financieros y tiempo a la educación de sus hijos, viven en zonas más alejadas, tienen menos posibilidades de proporcionar el material y la alimentación necesaria, la calidad y la infraestructura de las escuelas a las que tienen acceso es deficiente y, en general, confluyen distintas barreras que les impiden a sus hijos transitar con éxito en sus trayectorias educativas.
Los niños de hogares donde todos los miembros de la familia tienen empleo informal, por lo tanto, tienen menos posibilidades de conseguir un trabajo formal a medida que crecen (OCDE, 2024), de forma que se reproduce el círculo vicioso que mantiene estática la escalera.
¿Cómo prender el botón de la escalera para impulsar la movilidad?
Destaco tres aspectos que considero muy relevantes para avanzar hacia una menor desigualdad y para romper los círculos viciosos en Colombia con base en dos documentos de la OCDE [3]:
1. La clave tiene que ver con el acceso igualitario a educación de calidad
En los hogares vulnerables, como vimos antes, hay menor logro educativo; además, aumenta la tasa de abandono escolar en la educación secundaria; hay menor acceso a educación durante la primera infancia y la calidad a la que acceden en los otros niveles es deficiente. No basta con incrementar la cobertura, además, se requiere que los más pobres accedan a una educación de similar calidad a la de sus pares de mayor ingreso. Según las pruebas PISA 2018 y 2022 incluso los mejores estudiantes en Colombia logran puntajes apenas cercanos al estudiante promedio de los países de la OCDE, por lo que los estudiantes con más bajo rendimiento, que son también los más vulnerables, están en la cola de la cola.
Otro de los retos de la formación, tanto en habilidades técnicas como en habilidades blandas, es la mayor correspondencia con las habilidades que demanda el mercado laboral, no solo hoy, sino hacia el futuro. Esto facilitará la inserción en el mismo y disminuirá la frustración. La educación debe responder rápidamente las tendencias globales, y la educación de los más pobres lo debe hacer a un ritmo más rápido con el fin de cerrar brechas, ¿será esto posible en Colombia?
2. Facilitar el tránsito de la informalidad a la formalidad
Estrategias de este tipo pasan por reducir los costos no salariales y promover la formación de capacidades en trabajadores informales.
3. Desvincular el acceso a la protección social del estatus del trabajador en el mercado laboral
Estas reformas implican que el financiamiento de la protección social se desplace gradualmente de las cotizaciones laborales a los recursos de tributación general.
Finalizo con una pregunta ¿Avanzan la reforma a la educación y la reforma laboral en esta vía?