Invocación de Arthur Cecil Pigou

Autor:

Roberto Angulo

Socio Fundador Inclusión SAS

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Lograr el cambio en favor de los pobres, se  va a dar con el aumento de su poder adquisitivo y  acceso a recursos productivos.

En esta época enrarecida en la que los sectores más radicales del gobierno le restan importancia al crecimiento económico -al punto de promocionar el decrecimiento- y otros no menos creativos han perfeccionado la disciplina de imaginar subsidios y lanzarlos al debate público antes de ocuparse de las restricciones técnicas y presupuestales que implican, quiero aprovechar esta columna para invocar a Arthur Cecil Pigou, el economista inglés de la escuela de Cambridge -pero también historiador, poeta, filósofo moral y hasta conductor de ambulancia en tiempos de guerra- que escribió en 1920 una obra trascendental que se llama La Economía del Bienestar.

El marco general del enfoque pigouviano se puede entender a partir de tres elementos:

Primero, Pigou acota su campo de estudio al bienestar económico, que se ocupa de los deseos y las satisfacciones de la sociedad que pueden medirse a partir de la métrica monetaria (y reconoce que es apenas un subconjunto del bienestar en sentido amplio).

Segundo, Arthur Cecil Pigou aplica un criterio normativo según el cual la bondad de las acciones humanas, entre ellas la intervención del gobierno, se mide a partir de la cantidad de bienestar que ésta proporciona al conjunto de la sociedad.

Y tercero, define dos condiciones bajo las cuales es posible incrementar el bienestar económico de la sociedad:

1) que crezca el PIB sin que esto implique una pérdida en el bienestar económico de los pobres.

2) que el PIB se distribuya en favor de los pobres sin que esto implique una contracción de su tamaño total.

Las dos condiciones pigouvianas entregan algunas conclusiones útiles para estos tiempos:

– El decrecimiento no es bueno para la sociedad.

– El crecimiento es la base del bienestar económico, pero va a ser más o menos bondadoso dependiendo del efecto que tenga sobre los pobres.

– Una política redistributiva puede ser buena para la sociedad siempre y cuando no menoscabe el potencial de crecimiento.

– La mejor estrategia será aquella que logre la simultaneidad de las dos condiciones: es decir, aquella que consiga elevar el PIB al tiempo que logre un cambio distributivo en favor de los pobres, y esto se va a dar no con cualquier transferencia de ricos a pobres, o con transferencias ilimitadas, sino con el aumento del poder adquisitivo de los pobres por la vía, entre otras cosas, del acceso a recursos productivos.

ROBERTO ANGULO
​Socio fundador de Inclusión SAS
rangulo@inclusionsas.com

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