¿Quién le teme al Estado emprendedor?

Autor:

Roberto Angulo

Socio Fundador Inclusión SAS

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La noción de Estado emprendedor y el concepto mismo de misión, le otorga un carácter clarividente al Estado.

La mayoría de los gobiernos de países desarrollados quiere un crecimiento inteligente impulsado por la innovación, “pero muy pocos lo están logrando”, escribe Mariana Mazzucato en su artículo Innovación, estado y capital paciente.

Mazzucato arranca con identificar lo que según ella es un error de comprensión de la innovación por parte del paradigma dominante de la economía. Según este enfoque, señala, la innovación es conducida exclusivamente por el genio individual de los empresarios, su riesgo es predecible y tiene la misma probabilidad de ocurrencia en cualquier momento del tiempo.

Inspirada por Joseph Schumpeter, el economista austríaco que se enfocó en los ciclos económicos y el desequilibrio, Mazzucato contrapone una lectura alternativa de la innovación que resume así: la innovación es colectiva y en ella interactúan actores distintos tanto públicos como privados, puede ser potencialmente impredecible, es basada en rutinas muy difíciles de replicar que se incrustan en prácticas organizacionales.

El papel del Estado en uno y otro enfoque es muy diferente, mientras que en el enfoque ortodoxo el Estado a lo sumo facilita la innovación a través de la solución quirúrgica a fallas de mercado, en la propuesta de Mazzucato, por el carácter heterogéneo de sus actores y su naturaleza incierta, que dificulta el cálculo de riesgo por parte de las empresas ‘cortoplacistas’, el Estado puede (y debe) participar en todos los eslabones de la cadena de valor de la innovación. Pero incluso más lejos: el estado puede (y debe) formar y crear nuevos mercados y sectores, y todavía más allá: el Estado puede (y debe) conducir la dirección del cambio de todo el ecosistema público y privado de innovación.

Este razonamiento soporta las propuestas más conocidas de Mazzucato: el Estado emprendedor y las misiones para alcanzar grandes metas colectivas.

Si el enfoque de Mazzucato tiene aciertos, como su explicación de la formación de la innovación, es audaz en la medida que ofrece surcos de acción en una época pesimista, y está escrito con un estilo eficaz, razón que explica su enorme popularidad, entonces ¿Quién le teme al Estado emprendedor?

Su noción de Estado emprendedor es una variante empresarial del Estado nana (nanny state) y puede ser cuestionable desde una perspectiva liberal: ¿Quién y cómo se define la intensidad y la dirección del cambio que conduce el Estado? ¿Cuáles son los nuevos límites que enfrenta el Estado una vez tenga salvoconducto en todos los eslabones de la cadena de valor de la innovación? Si el Estado emprendedor es un antídoto contra el cortoplacismo empresarial, ¿Cómo lidiar con el cortoplacismo estatal o su inconsistencia temporal en cambios de gobierno? Y por último, la noción de Estado emprendedor y el concepto mismo de misión, le otorga un carácter clarividente al Estado. Si el Estado puede ver lo que nadie puede ver, si puede crear lo que nadie puede crear, ¿cómo evitar que el Estado emprendedor se convierta en un caballo de Troya del populismo?

Roberto Angulo
Socio Fundador de Inclusión SAS
rangulo@inclusionsas.com

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